El Real Madrid hizo un partido enorme por fútbol y actitud pero le faltó fuego real. Mucho juego y poco fuego el que mostraron los blancos ante una Real Sociedad que resistió asida a un imponente Remiro. Vinicius, que vuelve a parecerse al de antes del Mundial, tuvo tres ocasiones claras y se topó con el portero realista. El pinchazo, aunque inmerecido, deja a los de Ancelotti a cinco puntos del Barça en la Liga.
Tras la tempestad del derbi al Real Madrid le venía otra marejada con la Real Sociedad, un equipo imponente que defiende bien y ataca mejor. Uno de esos equipos de autor cuyo técnico, como es un tipo normal y sensato que igual podría ser el charcutero del barrio, taxista o médico de cabecera, no chupa demasiada cámara. Pero Imanol es un pedazo de entrenador. Y la Real un pedazo de equipo. Ancelotti, con el culo más pelao que un guiri al sol sin crema solar, lo sabía y puso enfrente a su equipo más físico.
Descansaba Modric, al que Carletto quiere proteger mirando a la Champions porque sabe que ya no le quedan demasiadas carreras, y Camavinga volvía a ser lateral zurdo de urgencia ante las bajas de Mendy y Alaba. También faltaban Tchouaméni, Carvajal y Lucas Vázquez, así que el Real Madrid estaba como la atención primaria: justo de personal.
En defensa repetían Nacho, impecable en los últimos tres partidos, y la pareja Militao-Rüdiger, que no será para toda la vida pero se van entendiendo. Por delante otra titularidad para Ceballos, el jugador más en forma del Madrid, para formar junto a Fede Valverde por delante de Kroos. Arriba Rodrygo, con su gol maradoniano ante el Atlético, se hacía un hueco al lado de los intocables Vinicius y Benzema.
Así que dieron las nueve y con el Madrid a a seis puntos (virtuales) del Barcelona el Bernabéu vio comenzaba el morrocotudo partido ante la Real Sociedad. Los visitantes no venían de visita. Salieron a presionar al equipo de Ancelotti hasta su propio área. Para el Madrid salir de la presión realista era como salir del IKEA: casi imposible.
Presión Real
Ceballos tomó el mando y se quedó con el balón. Lo agradeció el Real Madrid y le sirvió para sacudirse la pegajosa presión donostiarra. Pero el primer susto fue visitante con una jugada por la banda derecha a que no llegó a rematar Sorloth en boca de gol. Camavinga y Rüdiger asistieron de oyentes a la jugada. Los de Ancelotti se libraron por el bigote de una gamba.
La Real Sociedad, seria y mandona como una suegra en Nochebuena, no echaba en falta ni a Merino ni a Silva, dos de sus mejores futbolistas. Sin complejos con el balón y con buen pie, el equipo de Imanol estaba muy cómodo en el Bernabéu. El Real Madrid no terminaba de cogerle el hilo al partido. Vinicius, emboscado en el laberinto donostiarra, no había comparecido.
Si antes lo digo… en el 13 se presentó Vinicius al Bernabéu con una tarjeta personal e intransferible. Caño a Zubeldia, aceleración hacia un costado y remate cruzado y estético que susurró por fuera al palo izquierdo de Remiro. Vini agitó a un Bernabéu gélido como la tarde. La jugada espabiló al Madrid, que siguió teniendo una odisea homérica para sacar la pelota.
Illarramendi rozó el 0-1 en el 16 después de encontrarse un mal rechace de Kroos dentro del área. La echó fuera. El Real Madrid trató de bajar pulsaciones al partido porque en el vértigo empezaba a marearse. Tanto las bajó que llegamos a la media hora en una suerte de armisticio ante un Bernabéu que hibernaba y moqueaba.
En el 31 avisó el Real Madrid. Fue Kroos el que se sacó un tiro raso y cruzado que obligó a Remiro a estirarse para desviar a córner. En la jugada había participado el velocista Vinicius y el asistente Fede Valverde, que dejó la pelota a huevo al alemán. Luego Benzema también disparó desde fuera del área para que atrapara el meta de la Real.
Ceballos saca la batuta
Los de Ancelotti estaban madurando el partido pero resistía la Real, dispuesta a llegar viva a los últimos minutos. Lo consiguió a pesar de que Le Normand le hacía un penalti a Rüdiger en cada córner. El primer tiempo lo abrochó el Real Madrid con dos ocasiones. Ceballos, el mejor del equipo, con un disparo cruzado que se marchó desviado, y Vinicius, con un mano a mano ante Remiro en el que tomó la peor decisión: tirar al muñeco.
El Bernabéu se acordó del árbitro y de Miguel Ángel Gil camino del vestuario, del que regresamos con la tónica dominante del Madrid de los últimos minutos del primer tiempo. Cambió Imanol de lateral izquierdo: Aihen fuera y Rico dentro. Ceballos, inspirado, solidario y omnipresente, siguió gobernando el centro del campo y los blancos cercaban el área de Remiro.
Vinicius primero y Rodrygo después rondaron el 1-0 antes del minuto 50. El muro de la Real presentaba cada vez más grietas. El Real Madrid ganaba a los puntos y merecía el gol de sobra. Jugaba con ritmo, precisión y alegría. La salida del vestuario de los blancos había sido fabulosa. Sólo faltaba lo que más vale: marcar. Imanol quitó a Oyarzabal y Brais para meter a los chicos Pablo Marín y Navarro.
No paraba de sacar boletos el Madrid en la lotería del gol. Pero no le tocaba ni el reintegro. Calentaban Asensio, Modric y Odriozola. El partido era de fútbol sala y se jugaba en el campo realista. Kubo, en un espejismo, se plantó ante Courtois y el belga sacó una notable mano abajo. Pero el partido era del campeón. El Madrid era un monólogo de fútbol en la segunda mitad.
Rodrygo se metió de segundo punta y Camavinga ya era Marcelo merodeando el área. El peligro para el Real Madrid estaba en el vértigo de Kubo en las contras porque los blancos ya iban a tumba abierta. En el 70 Vinicius hizo otro jugadón enorme tras un pase mágico de Benzema. El gol lo abortó Remiro con una mano salvadora que evitó la picadita del brasileño.
En el 75 a Ancelotti le sonó la alarma del Nokia y metió a Modric y Asensio por Ceballos y Fede Valverde. Su equipo, demasiado roto por el medio, había perdido el control del partido. A los blancos, hartos y agotados de tanto atacar, se les fue agotando el tiempo mientras la Real seguía resistiendo.
Hasta el final lo intentó el equipo de Ancelotti pero esta vez no hubo suerte. El Real Madrid, en uno de sus mejores partidos del año en el Bernabéu, acabó firmando un empate a pesar de que había merecido ganar el duelo con solvencia. La falta de gol y la espectacular actuación de Remiro condenaron a los blancos al pinchazo que les deja a cinco puntos del Barcelona.